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REINO COPTO DE FUNJ

1080 - 1084

1080 - 1084

Gobierno : Bartolomé I

Objetivo : Victoria en la guerra contra el reino de Zeila

A sus setenta y dos años, Bartolomé sabia que la hora de su muerte se acercaba, pero su preocupación era el reino que dejaría para su hijo Tomas. El reino de Funj era muy poderoso, pero sus recursos no eran tan grandes como Bartolomé hubiese deseado, y desde hacia años anhelaba las vecinas tierras de Zeila.

En 1080 decidió ceder el control del ejército a Tomas para que este se liderase una campaña contra el emirato con dos objetivos, ampliar su territorio y sus recursos, y demostrar a todo el reino su valía como futuro rey.

Tras incorporar numerosas unidades de caballería pesada reclutadas para aquella campaña, Tomas junto con su sobrino Bartolomé III, y el jefe de las tribus de Kassala, se dirigieron a Adulis, desde donde en Junio de 1081 se lanzaron sobre la región de Danakil.

Pronto se encontraron en la región con las tropas de Zeila dirigidas por el hijo del emir, acompañado por unos 2.000 soldados con equipamiento pesado. Tomas contaba con cerca de 10.000 hombres, y la mayoría eran guerreros veteranos. La batalla no debería ser un problema, y no lo fue, aun cuando el señor de Adal arribo a la región para ayudar a su señor en la batalla, doblando con sus refuerzos el numero de efectivos de Zeila, no marco apenas diferencia.

La caballería de Funj estaba mejor equipada y utilizaba tácticas mas modernas que la de Zeila, reforzado por numerosas unidades de elite no dio cuartel al enemigo hasta que elimino u obligo a retirarse a todas las tropas de Zeila. Las bajas causadas fueron muy numerosas, y cuando el heredero de Zeila trato de reagruparse en Zeila apenas le quedaba un millar de soldados. Tomas no había perdido ni medio millar de efectivos.

El heredero del emirato desesperado sabía que no podía enfrentarse al enemigo de nuevo en Danakil, pero tras tomar el mando de las fuerzas de su padre preparo la defensa de Zeila, donde las defensas podrían marcar la diferencia. Sin embargo Tomas no tenía ninguna urgencia en terminar su campaña y no había planeado un ataque a Zeila, por el contrario tras situar al señor de Kassala con sus fuerzas en la región, se preparo para asediar la ciudad de Kamey. Sin embargo el asedio fue innecesario pues la ciudad no tenía tan siquiera murallas ni defensores, y Tomas lidero un asalto a la misma que la ocupo sin bajas.

Tras dejar la guarnición justa para mantener tanto la región como la ciudad, el ejército de Funj espero en Danakil la reacción de las tropas del emirato. La intención de Tomas era esperar al enemigo en la región para así evitar las defensas que Zayed pudiese tener en la región de Zeila, pero los meses pasaron y pronto fue evidente que las tropas de Zeila no cometerían el error de atacar.

Sabiendo de antemano que la región se encontraría fuertemente defendida, en Abril de 1083 Tomas decidió finalmente tomar la ofensiva.

Reforzado con las tropas situadas en Zeilania, la composición del ejercito defensor aunque permanecía formada casi en exclusividad por infantería, había pasado de tropas pesadas, a tropas normales y ligeras, pero todos los soldados que ahora comandaba el propio Zayed eran veteranos, salvo el millar de hombres que escaparon de Danakil. Casi cinco mil hombres en total y varios fuertes formaban la última línea defensiva del reino árabe.

El ejército de Funj, tras haber dejado atrás guarniciones, contaba ahora con poco menos de 7.000 hombres, por lo que el combate parecía más equilibrado. El heredero copto no quiso precipitarse, y preparo una estrategia sencilla pero efectiva. La línea central de su contingente comprendía el grueso de la infantería, en su mayoría ligera pero experta, mientras que la caballería cubría los flancos y hostigaría al enemigo.

Zayed trato de aprovechar la ventaja que le daban los fuertes de Zeila para detener en la medida de lo posible al enemigo, pero pese a que Funj no contaba con ingenieros, la defensa no era uno de los puntos fuertes del reino árabe, y los fuertes cayeron con rapidez ante la numerosísima infantería enemiga. Pese a esta perdida, los defensores luchaban por su supervivencia lo que les daba coraje para seguir combatiendo aun cuando el enemigo eliminaba sistemáticamente todos los intentos de Zayed por bloquear su avance.

Lentamente los combates se desarrollaron, pero tras varios meses las fuerzas invasoras aunque ocupaban el 75% del territorio de Zeila no habían logrado acabar con los defensores.

Pese a este hecho, la realidad era que Zayed disponía ya de poco más de un centenar de hombres, y aunque la moral seguía alta, sabía que solo podría sobrevivir si se retiraba a Zeilania para reagruparse. Con lágrimas en los ojos, el ejército de Zeila se replegó hacia la capital, dando por perdida la región.

Tomas sabia que había obtenido una victoria por desgaste, pero se conformaba con este resultado. En breve podría aniquilar al enemigo. Tras la apretada victoria, y el reagrupamiento posterior, las fuerzas de Funj comenzaron el saqueo de Zeila, mientras las tropas del señor de Kassala cubrían sus espaldas. Zayed pronto recibió noticias de los saqueos, pero decidió no aprovechar esta hecho, pues la clara ventaja del ejercito enemigo no se vería compensada porque se encontrasen desorganizados, especialmente cuando parte del ejercito se situaba a distancia prudencial de la ciudad esperando cualquier acción. En septiembre de 1083 tras finalizar los saqueos que habían acabado con todo el oro de la región, las tropas del señor de Kassala abandonaron el frente como se había acordado, y retornaron a sus tierras.

Tomas por el contrario se quedo en Zeila, con la provincia sometida y espero. Según el tiempo avanzaba quedo claro que las fuerzas de Funj no iban a asediar la capital, Tomas creía que necesitaría multitud de ingenieros para asediar Zeilania, y aunque las defensas de la ciudad probablemente no eran suficientes para representar un reto a las tropas de Funj, el heredero copto no asumiría el riesgo de perder más unidades.

Con esta momentánea victoria, y todo a su favor, Bartolomé espero la llegada del invierno, con la habitual sensación de que quizá este fuese el ultimo que vería, pero satisfecho de la brillante tarea de su hijo.

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